miércoles, 10 de septiembre de 2008

Inadaptación (1)

Iniciamos con esta canción una serie de tres entradas que van a girar en torno a la sensación de inadaptación y de cómo se ha visto en algunos momentos en la música, la poesía y el cine. Quizás las sensaciones o los sentimientos no sean los temas sobre los que suelen girar la mayor parte de posts de las tantas bitácoras que se ven en el espacio internauta. Sin embargo nos ha parecido interesante hacerlo en esta ocasión con la intención de hacer un ejercicio reflexivo un poco general. Y es que aunque parezca difícil, en la era de las nuevas tecnologías con las consiguientes posibilidades que nos ofrecen para comunicarnos, en una época en la que parece que hemos perdido el miedo o el respeto de hablar de casi cualquier cosa, incluso aunque no tengamos los recursos suficientes para hacerlo, cuando parece que más fácil lo tenemos para desarrollar nuestra vida de una manera acorde a unos parámetros que nos dan y que supuestamente nos van a hacer felices... la inadaptación de algunas personas a esos parámetros y, por consiguiente, a la realidad que construyen se hace más patente que nunca. Es posible que alguna experiencia personal reciente me haya dejado un poco más receptivo, pero me llama mucho la atención que en la situación antes descrita se puedan ver a nuestro alrededor tantos casos de personas que son incapaces, incluso pese a hacer esfuerzos por conseguirlo, de adaptarse a unos parámetros y poder llevar una vida que siga unos cauces determinados. Y no lo consiguen muchas veces porque esos parámetros y esos cauces chocan frontalmente con una filosofía de vida en la que han sido educadas e intentan seguir como guía.

En esta ocasión la que traemos es una de las canciones del último disco de M-Clan, que tiene ya de por sí el sugerente título de Memorias de un espantapájaros y con el que parece que han puesto fin a las críticas que han tenido que soportar desde hace años por haber variado su estilo adecuándolo a criterios más comerciales. El tema en cuestión se llama Inmigrante y relata la incomprensión que siente quien un día descubre que el mundo en el que ha crecido ha cambiado y es incapaz de reconocer. Si el fenómeno de la emigración forzosa puede llegar a representar un drama para quien tiene que pasar por ello, el caso de quienes se ven inmigrantes en su propia tierra da una vuelta de tuerca más al problema. Sin la posibilidad de regresar a tu lugar de origen puesto que ya estás en él aunque no sea el mismo que conociste, la sensación que empieza a crecer dentro de uno es esa inadaptación a la que vamos a dedicar esta serie de entradas.

Y por último, me gustaría destacar la parte en la que de una manera metafórica describe la sensación que se tiene al comprobar que después de una vida en la que se ha ido pasando por tantos y tantos lugares en los que se ha ido dejando una parte de uno mismo, se termina dándose uno cuenta de que en realidad no pertenece a ninguno de esos sitios por los que ha pasado, que no ha llegado al lugar que le corresponde y que tiene que seguir su camino. Teniendo en cuenta además que posiblemente ya no es el mismo que al principio...

Como un camión de paja mal tapado
dejé mi alma por todos lados
se fue, se fue desmenuzando...

No hay comentarios: